22/01/2008

Saw: The Philosophy of Fear (Capitulo IV, V, VI)



Capítulo 4: La trampa del piso de cristal y una nueva pieza.

¿Qué se sentiría cuando despiertas de un profundo sueño y lo primero que vez es trozos de metal cortados y pulidos de tal forma que tengan filo, tanto filo como para matar a alguien, alguien con el nombre de Leonardo. Un sujeto algo moreno, de pelo negro y ojos oscuros tiene alrededor de diecisiete o dieciocho años de edad, o sea, es casi un mayor.
Él despertó y se encontró acostado sobre una gran placa de vidrio que estaba un poco más arriba de unos pinchos metálicos, en otras palabras, Leonardo estaba acostado en piso de vidrio, él se sentó con brusquedad y sintió como el vidrio se resquebrajó un poco, ahí el chico comprendió que no podía moverse con violencia, sino, el vidrio podría romperse y acabar con la cabeza enterrada en una de esas agujas gigantes. Él estaba a una esquina de una gran habitación, lo único que podía ver era una puerta al otro extremo, un gran bloque de cemento colgando justo al centro del cuarto y en la pared un reloj que marcaba sesenta segundos.
—¿Qué es esto?
Movió la cabeza con delicadeza para echar un vistazo, y se encontró una grabadora, la comenzó a escuchar:
—Buenos días o buenas noches, encerrado dentro de una habitación se pierde la noción del tiempo, en especial cuando sabes que pasarás ahí por mucho tiempo más. Pero por ahora comenzarás por un juego simple, supongo que te has percatado que estás parado sobre vidrio, que si te mueves muy rápido éste se rompe y terminas ensartado en uno de esos pinchos que están abajo. Al término de la cinta ese reloj que vez al fondo comenzará a dar cuenta atrás, deberás recorrer toda la placa de vidrio antes que la cuenta llegue a cero, porque en ese momento ese gran bloque de cemento caerá y romperá el cristal en el que estás, sepultándote. Apresúrate, vivir o morir, esa es tu decisión.
Como en la cinta lo había prometido, apenas terminada las frases el cronómetro comienza a marcar cuenta atrás. Leonardo se desesperó y trató de gatear rápidamente hasta la puerta, pero sintió como el vidrio se trizaba justa bajo de él, así que prefirió ir con más calma. Se acostó nuevamente y comenzó a intentarlo con punta y codo con la mirada fija en el cronómetro y en el bloque de cemento al que cada vez se acercaba más y más. Cuando llegó justo debajo del bloque el cronómetro marcaba veinte segundos, se estaba demorando demasiado.

—¡HAAA! ¡MIERDA! —gritó.
Comenzó a gatear nuevamente, la técnica del punta y codo no le servía, para encones faltaban diez segundos. Leonardo comenzó a estirar más los brazos para llegar más rápido, y cuando estaba a punto de tocar la orilla, su rodilla dio un golpe en falso y rompió el vidrio antes de tiempo. Leonardo estiró las manos y logró afirmarse de la orilla, pero una de sus piernas se hirió con una tajada que le cubrió todo el gemelo por uno de los pinchos. Leonardo chillaba de dolor y de desesperación, estaba demasiado cansado para levantar su pesado cuerpo, “aquí muero”, pensó el chico. Sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar que ya había muerto, las yemas de sus dedos se rompían como ampollas por el roce del rocoso piso al que se estaba aferrando.
—¡Ayuda! —gritó desesperado— ¡Socorro!
De repente, cuando Leonardo estuvo a punto de caer, aparece un hombre a través de la puerta con la intención de socorrerlo.
—¡Qué mierda! —dijo él.
Lo tomó de un brazo y logró subir. Leonardo, sin decir nada, pasó la puerta por donde vio que el sujeto había entrado esperando que fuera la calle, pero no era así, sino otra habitación bacía, con un televisor en una esquina y una puerta.
—¿Qué es esto? —dijo Leonardo con desgano.
—¿Tú eres Leonardo, o no?
—Si, ¿por qué?
—Porque debes escuchar lo que ese televisor te dirá.
—¿Quién te dijo eso?
—Esta estúpida tarjeta —sacó un pedazo de papel del bolsillo si se lo alcanzó a Leonardo.
El chico lo leyó: “Buenos días Alberto, no te sientas solo que no lo estarás en esta habitación, tu compañero pronto llegará, asegúrate que vea lo que diga el televisor, que sólo estoque el interruptor de encendido. Mándale saludos a Leonardo”.
—¿Esta mierda es lo único que te pasó?
—No, no me lo pasó él, desperté aquí y encontré esta llave —le muestra dichosa llave— junto con la tarjetita, intenté abrir la otra puerta, pero no le hacía, intenté con la otra y se abrió, y te encontré a ti a punto de morir, ahí comprendí lo que decía la tarjeta. ¿Tu pierna sangra?
—Si, me herí.
—Déjame ver.
No, está bien, es sólo un rasguño.
—¿Seguro?
—Si, no sientas tantas ganas por toquetearme.
—Ah, eres de los simpáticos modestos.
—Si, soy de ellos…
—Si, claro, debí haberte dejado morir de saber que eras un Flores tan odioso.
—¿Qué dijiste?
—Lo que oíste.
—Vete al diablo, no quiero hablar con basura.
—¿Qué te hace pensar que soy basura, ni siquiera sabes mi nombre y me juzgas?
—Ah, perdón, me debiste haber avisado que eras tan nena.
—Cierra el pico, ¿Cuántos años tienes, quince?
—Diecisiete…
—A tu edad era más maduro… ¿quién te crió? ¿El demonio?
—Mi madre.
—Sin tu padre, ¿no es así?
—¿Cómo lo sabes?
—Porque yo también crecí sin padre, y lo normal es que sea tan malcriado como tú, por suerte no lo soy.
—Mira que coincidencia… ¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés… Dejémonos de estupideces y escucha la florinda grabación de la tele, ¿quieres?
Leonardo no respondió, sólo se dirigió a la TV y la encendió.

Emill Roa trataba de concentrarse en lo que podría significar el cincuenta y uno y el corazón negro, había mandado a unos de su equipo a investigar sobre los significados de simbología y lo que podría significar la Filosofía del Miedo. Al momento llegó Molina, quien tenía que investigar la filosofía del miedo.
—¿Qué encontraste? —le preguntó Roa.
—Nada que conjugara la palabra Filosofía y la palabra Miedo.
—¿Qué es cual?
—Bueno, el significado de miedo es variado: “Una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano”. “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. Exciten varios tipo, aracnofobia, hidrofobia, claustrofobia, acrofobia, y este es bueno Hexakosioihexekontahexafobia…
—¿Cómo es el último?
—Hexakosioihexekontahexafobia o Triplehexafobia… es el miedo al número 666.
—Ya nos fuimos con temas religiosos. Bueno, aparte de todo eso, qué aprendiste…
—Que el miedo es algo producido por un sector del cerebro, o es una reacción a algo desconocido.
—Entonces la filosofía del miedo es…
—Es la forma de comprender el miedo, o sea, nada científico nos sirve, es sólo subjetivo.
—Mierda, no nos sirve de nada.
—¿Quizá por eso la pregunta fue si comprendía la filosofía del miedo?
—Hummm, quizás tiene relación con el cincuenta y uno y el corazón negro.
—No sé, este es un diablo por conocer.
Se quedaron ahí revisando unos papeles, cuando a uno de ellos decidió ver la hora, y fue ahí cuando Roa se dio cuenta que el reloj que había en la oficina no avanzaba.
—Mira, a mi reloj le faltan baterías, ja.
—¿Si?
—Sí, mira, ¿podrías traerlo para cambiarle las baterías?
—Claro.
Molina se levantó y tomó el reloj, al mirar atrás de él se sorprendió.
—Señor, aquí hay algo que tiene que ver.
Roa se levantó y miró atrás del reloj, en donde había una pieza de rompecabezas con unas alas blancas dibujadas a un lado y al otro lado decía: “Después será mío”; y una cinta.
—Trae una grabadora para escuchar esto.
En Segundos regresó Molina con la grabadora prometida, le pusieron la cinta y luego escucharon con atención lo que decía:
—Me imagino que estabas ocupado pensando en las pistas que te di en tu casa, —ríe— pero te recomiendo que te dirijas a la casa de tu ex esposa, quizás ahí encuentres más pistas para agregar al árbol genealógico de las pistas. Y hazlo rápido, porque quizás ella no esté allí. Una vida corre peligro.

Capítulo 5: La trampa de vidrios rotos y una nueva pista.

—¿Cómo te encuentras después de tu experiencia tan cercana a la muerte, mi querido y amargo Leonardo? ¿Estás preparado para jugar el verdadero juego? Ahora es donde tienes que enfrentar tus verdaderos miedos y sacrificar verdaderamente tu cuerpo…
—¿Qué dices, imbésil, mira mi pierna, no es suficiente muñeco de mierda?
—Deja que hable, es lo que nos sacará de acá.
—… Te conozco muy bien, sé que eres un egoísta, un egocéntrico que cree que lo puede hacer todo sólo, bueno, aquí aprenderás que las cosas no son así. Te presento a Alberto, tu compañero de celda, supongo que ya se conocen, bueno, ambos tendrán que trabajar codo a codo si quieren llegar hasta el final, uno sin el otro simplemente morirá, ¿Te sientes capaz de confiar en alguien más que no seas tú mismo? Prepárate, adolescente, éste es tu juego. Vivir o morir, elije.
—Un carajo, me voy de aquí —refunfuñó Leonardo.
—¿Si? ¿Y sabes por donde, genio? —le refutó Alberto— Ya oíste a ese tipo, tienes que hacer lo que dice sino mueres…
—No hago lo que me dice mi madre y le haré caso a un muñeco clon de Chukie.
—Ah, eres rebelde por lo demás.
—Sí, ¿y qué?
—Cuando tengas mi edad te darás cuenta lo importante que es la familia.
—Familia mi culo, puedo arreglármelas solo sin la necesidad de una perra madre.
—Hablas así de la persona que te dio la vida.
—Que bien, yo no elegí vivir.
—¿Entonces elijes morir? Eso dice la cinta, vivir o morir…
—Vete al carajo, no me quedaré filosofando contigo.
—Entonces qué harás, no puedes hacer nada solo, esto es un juego de dos jugadores, de dos players.
Leonardo guardó silencio y comenzó a buscar indicios por la habitación, entre sus ropas.
—¿Qué haces? Ya busqué lo suficiente y no encontré nada.
—Pero no buscaste en mi pantalón, mira —Leonardo saca una llave desde uno de los bolsillos de su pantalón— esto debe abrir la puerta.
—Hazlo con cuidado.
—Vete al diablo.
Leonardo fue con la llave a la puerta, la introdujo y trató de abrir la puerta, pero parecía atascada, empujó, no la pudo abrir, le dio una patada y de inmediato cedió. Un alambre extraño hizo un tirón a una caja de plástico llena de vidrios quebrados, ésta aproximadamente tenía un metro de profundidad y, al fondo, se podía apreciar otra llave. Parecía una pecera, en la parte superior había un agujero sujeto con engranajes a un gran pedazo de metal que parecía ser una especie de tapa. A un lado había una tarjeta, Alberto la tomó y la leyó en voz alta.
—Ésta caja es traicionera, cuando abrieron la puerta un cronómetro de dos minutos se activó en cuenta atrás, y cuando llegue a cero, la tapa de acero cubrirá el agujero y perderán la llave que está al fondo, búsquenla rápido, y traten de no estar con el torso dentro de la pecera cuando termine el tiempo, sino la tapa los partirá a la mitad, suerte.



—La sacaré yo.
—Yo tengo el brazo más largo —dijo Alberto— se me hará más fácil.
Leonardo no hizo caso y como en un acto de rebeldía fue a meter todo su brazo a la caja de vidrios, hasta entonces habían pasado treinta segundos. Leonardo miró los pedazos de vidrios, tomó uno y le midió el filo, no le importó más, tomó un puñal sin importarle que se cortara y los lanzó hacia fuera, metía sus brazos sin miedo hasta lo más profundo que podía para alcanzar la llave, pero aún había mucho vidrio, siguió sacando puñales y puñales del obstáculo que lo complicaba. Faltaban veinticinco segundos para que la puerta se cerrara y ya tenía todos los brazos sangrando.
—Mierda…
—Apresúrate, ya metiste los brazos.
—¡Cállate, hijo de perra!
Leonardo se estiró un poco más, pero los vidrios eran demaciado, Leonardo comenzó a desesperarce más y más, sacaba puñalez de vidrio sin control, ignorando el dolor que sentía en todo su brazo, la sangre llegaba a gotear.
—Hazlo rápido pero con calma, hombre —gritaba Alberto.
—Te dije que te calles, ¿no es así?
Leonardo se estiró brutalmente, estaba parado en la punta de sus pies y tenía la cabeza entera dentro de la pecera, pero logró alcanzar la llave con la punta de los dedos y la sacó lo más rápido que pudo, poco rato después la pecera se cerró.
—Felicitaciones, Leo…
—Cállate y abre la maldita muerta —le lanzó la llave por la cabeza.
Leonardo miró sus brazos irritados e hinchados sangrar por montones, se hechó al piso y se apoyó contra la pared, se sacó su polera y la partió en dos para envolver con algo sus brazos y detener la hemorragia.
—¿Estás bien? —preguntó Alberto
—Te dije que te callaras.
—¿Quién mierda te crees?
—Sólo abre la maldita puerta, ¿de acuerdo?
Alberto así lo hizo y sólo vio un largo pasillo no muy bien alumbado.
—¿Te ayudo a ponerte en pie?
—No, puedo sólo.
Cancinamente Leonardo se paró y se quedó mirando todos los vidrios que estaban regados por el piso y la pecera a medio llenar, guardó silencio un rato, luego dijo:
—Ya vámonos.

El Agente Roa logró llegar hasta la casa de su ex-esposa, él fue con Molina y Gómez, sus oficiales de más confianza. Se bajaron de la Van en la que iban y fueron a tocar la puerta de la casa, nadie abrió.
—Estás ahí, hijo de perra, sal ahora mismo, psicópata —le gritó Roa.
No se escuchó ni siquiera mascullar a un ratón. Mientras tanto Molina y Gómez buscaban indicios en el jardín, Gómez encontró uno.
—Señor, mire.
Molina y Roa se dirigieron hasta el sector. Había un árbol con una hoja de papel pegada a un costado que decía: “Sólo entra, tu ex puede estar muriendo”. Roa no aguantó la rabia y botó la puerta de una patada.
—Marion —llamó a su ex— ¿estás aquí?
—Si es que lo está, debe estar amordazada —le sugirió Roa.
—Claro, es eso cierto, Gómez, ve a buscar a la piezas y llama si encuentras algo.
Roa y Molina se quedaron en la sala, buscando esas pistas que el psicópata juró. Miraban bajo las mesas, atrás de los espejos, debajo de los televisores, y nada, hasta que vieron por debajo de un sofá.
—¿Qué hay ahí, Molina?
—Lo de siempre, una cinta, una pieza de un rompecabezas…
—Bien, reproduce la cinta.
—¿Cómo estás pequeño aprendiz? —se escuchó—. No vengo a darte ninguna pista, sino a hablarte de valores, los cuales no tienes…
—Cielo santo —refunfuñó Roa.
—… ¿Sabías que las madres son ángeles para los ojos de los hijos? Eso ocurre por el amor, mi querido Roa, ¿Sabes qué es el amor? ¿Tú amabas a tu madre? Yo sé que no, si te preguntara la fecha de su cumpleaños no serías capaz de recordar que es en unas semanas más, y si te preguntara cuanto cumplirá, también te quedarías en silencio… ¿Qué pasa Emill? ¿Te estoy aburriendo? ¿O te corroe la idea de que no sabes qué hacer ni sabes a dónde ir?, ¿Has buscado en el armario? Quizá ahí esté tu madre, o la esencia de tu madre, si es que me entiendes…
—¡Tiene a mi madre, ese maldijo imbésil! —gritó Roa— Eso es lo que tiene que es mío…
—… Ando benevolente, así que te haré recordar que la letra “Y” es una línea que se divide, una se pierde, y la otra continúa. Soy capaz de hacer cosas que ni te imaginas, ¿Cuántos días llevas en la investigación? ¿Te estás perdiendo? El tiempo no se detiene, apresúrate, y ahórrate el suspenso.
—Maldito loco —dijo Roa
—Escuche, creo que dijo algo más
Roa retrocedió la cinta unos segundos y la volvió a reproducir y se escuchó un pequeño mensaje: “En el cuchillo de cocina”.
Roa tomó su radio y se contactó con Gómez y le dijo:
—Gómez, busca con determinación en los armarios, encontramos una cinta que nos lo dijo.
—Al momento —respondió.
—Y tú —se dirigió a Molina—, busca en los cuchillos de cocina.
—Claro.
Molina desapareció y se dirigió a la cocina. Roa se quedó examinando la pieza de rompecabezas que estaba junto a la cinta, de un lado había una letra “Y” dibujada y del otro decía: “Así estás tú”.
Emill se quedó pensativo, en la cinta había nombrado la “Y” y había dicho que era una línea que luego se dividía en dos, todo era muy curioso, ¿Por qué Roa estaría como una “Y”?
Al rato llegó Molina con un cuchillo de cocina que dentro del mango había un papel con un mensaje.
—¿Qué dice?
—“Un ciego ve el mundo de color negro, al vació se representa con el color negro, y la larga distancia es una ausencia”.
—Esto debe tener relación con el corazón negro, ¿se referirá a un corazón que está lejos? ¿A un corazón sin ojos? Eso no tiene sentido.
—El corazón es símbolo del amor, se refiere a un amor ciego o lejano.
—Como el amor que tengo con mi madre.
—Quizá
—Es un hecho, éste maldito tiene a mi madre.
De repente llamó por radio Gómez a Roa:
—He encontrado algo horrible, venga al cuarto de la mujer.
—Bien, ya vamos —respondió el agente

Capítulo 6: El misterio de MarionRoa subió las escaleras como un trueno y llegó a la pieza de su mujer, en donde estaba Gómez haciendo un gesto de asco mientras miraba debajo de la cama.
—¿Qué hay?
—Véalo usted.
Roa se hincó y levantó la falda de la cama para poder ver, era un festival horrible, un frasco con un ojo azul algo dañado.
—¿Qué es esto? ¿De quién es ese ojo?
—No tengo idea, inspector, venía con una tarjetilla —se la alcanzó a Roa.
—“Debe ser frustrante que sólo te faltara un segundo para seguir vivo” —leyó.
Los agentes guardaron silencio mirando el globo flotar en un líquido amarillento.
—Aquí falta algo —interrumpió Roa— ¿Y si intentamos con luz UV o en la oscuridad?
—Claro, podría funcionar —dijo Gómez—, no podemos usar en ADN porque…
—No hay con quien compararlo —continuó Molina.
—Exacto. Molina, enciérrate en el armario y dime si ves algo.
—Por supuesto.
Molina tomó el frasco y se escondió en el ropero que había del otro lado de la habitación, luego salió pálido, como una hoja de papel. Roa se preocupó de verlo así, lo miró fijamente y le preguntó.
—¿Qué decía?
—Decía a quien pertenecía el ojo.
—Habla —lo apuró Roa—, ¿quien es?
—No querrás saberlo —le alcanzó el pedazo de papel— véalo tú, está con tinta invisible, usa la linterna UV.
—¿Tanto te cuesta decirme…?
—Véalo, sólo véalo.
Roa le lanzó una mirada rara y se encerró en el closet, sacó la linterna UV y leyó…


Alberto y Leonardo abren una puerta que estaba al final del pasillo y entraron. Se encontraron con una gran ventana que separaba la habitación por completo, el otro lado estaba oscuro, y en segundos unas luces se encendieron y pudieron mirar qué había del otro lado. Una pequeña jaula con una abertura en uno de los lados, al nivel del piso, se podría ver una especie de bisturí o cuchillo con un espejo de mano. Dentro había una mujer, no se le veía bien la cara, se veía borroso por efecto del vidrio. Al tiempo que entraron los dos jóvenes, esta mujer despertó
—Mira —se fija Alberto— hay una cinta, ponle play.
Leonardo hace caso:
—Al momento en el que entraron vieron despertar a esa mujer, no la escucharán, el vidrio es demasiado grueso, sólo quiero que la vean —la mujer despertó y se puso a escuchar una cinta— lo que ella tiene que hacer es quitarse un ojo y sacar la llave que tiene detrás de él para salir de la jaula, si no lo hace al término del tiempo la jaula se electrificará y la mujer morirá calcinada, ella está ahí por una serie de razones, quiero que sean testigos de su merecido sufrimiento, el vidrio es de doble cara, ustedes la pueden ver a ella, pero ella no a ustedes, disfruten de la función, porque yo, en este momento, lo estoy haciendo.
—Este tipo está loco —replicó Leonardo.
—Qué novedad —respondió Alberto con sarcasmo.
Del otro lado de la ventana la mujer terminaba de escuchar la cinta:
—… Vivir o morir, Marion, tú decides.

El cronómetro comenzó a avanzar y la mujer se impacientó. Marion trató de poner la posición más fácil para pasar sus manos por la rendija que estaba al nivel del piso, el bisturí y el espero estaban muy lejos, la mujer no los alcanzaba. Marion se desesperó y comenzó a agitar la jaula, ésta estaba demasiado firme, se sentía como un perro enjaulado, el porte de esa cosa apenas le daba para estar hincada. Estiró un poco más los dedos y logró alcanzar el bisturí con el espejo. Se miró en el cristal y vio uno de sus ojos hinchado y sangrando.
—Mierda —gritó.
Leonardo y Alberto no podían oír nada, sólo miraban cómo la mujer se movía con desesperación.
Marion, decidida, se introdujo el bisturí por uno de los lados de su ojo e hizo una palanca. La mujer gritaba con desesperación, de repente perdió la visión en ese ojo y éste calló colgando de su agujero, la mujer cortó el tuvo que mantenía su ojo y de él sale un líquido pálido extraño, la mujer miró su propio ojo, dio un grito y lo dejó caer fuera de la jaula. Metió uno de sus dedos en el agujero y logró dar con algo, pero ya era demasiado tarde. Por los barrotes de la jaula comenzó a correr electricidad matando a la mujer de un paro cardiaco. El cuerpo quedó achicharrado
—¡Mierda! —chilló Leonardo— creo que vomitaré.


—¿De quién es el ojo? —le preguntó Gómez a Molina.
—De su ex esposa, Marion.
Roa salió de un susto del closet, gritando con furia, lanzando maldiciones hacia todas partes.
—Cuando encuentre a ese mal nacido lo mataré con mis propias manos.
Los agentes guardaron silencio mientras el hombre se desahogaba. Mientras Gómez miraba la TV que había a una esquina de la habitación, y se dio cuenta que en el botón de encendido decía “pista”. El agente, ignorando la agitada situación, encendió el televisor y apareció una marioneta, ésta habló.
—Supongo que ya miraron debajo de la cama, y ya encontraron el ojo y supongo que ya saben de quién es. Esa mujer no era más que una drogadicta y una alcohólica, que competía contigo, Emill Roa, en el premio de quien es el más irresponsable con sus hijos, se lo tenía merecido. En el casete del video verán anotada una dirección que los hará encontrarse con su esposa, o ex esposa. No me canso de preguntarle cuántos días lleva en esto, conociéndolo, debe llevar cinco. El tiempo no se detiene.
—“El tiempo no se detiene” —se burló Roa— llevamos cuatro días, no cinco, marioneta de mierda, ¿por qué no muestras tu maldita cara, eh?
—Sr. Roa, por favor, cálmese, con desesperación no iremos a ninguna parte.
—¿Sabes? Lo cómico es que este tipo sí que está loco, nos muestra un ojo diciendo que es de mi ex esposa y luego me dice que la puedo encontrar en esa dirección.
—Pero puede… —comenzó Gómez.
—¿No estar viva? Lo sé, también puede ser el ojo de cualquier prostituta y nos dice que es de ella, no le creo nada a ese tipo. Molina, toma la dirección del video y vamos hasta allá de inmediato, no quiero perder otro día más.

Continuará...

5 comentarios:

  1. Porcierto BNK, la musica indicada, en youtube? que musica es?, no especificas cual es y en el correo que me mandaste no indicaste la direccion o el nombre de la banda sonora.

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  2. Mira, te pasé un link con un foro endonde publiqué por primera vez mi fic, en los mensajes que daba cuando publicaba un capítulo, decía cosas como "La música que usaré será esta" y si hacías click daba a una pag de Youtube con la cación perteneciente.

    Por ejemplo, la trampa de los pinchos le puse la canción de The Track, la canción del final es una convinación que hice entre Hello Zepp y Hello, Eric.
    Comprendes??

    Pero ahora ando con tiempo, así que te pasaré todos los links en orden, o sea, desde la primera canción que reproducen (trampa de los vidrios rotos) hasta la última (Final de Roa)

    Capítulo 5:
    Trampa de los vidrios rotos: http://es.youtube.com/watch?v=2dH67fczy_U

    Capítulo 6:
    Trampa de la jaula: http://es.youtube.com/watch?v=EaDv2Gehlks

    Capítulo 7:
    Suspenso: http://es.youtube.com/watch?v=OGLHsvMVfHs
    A Correr: http://es.youtube.com/watch?v=Oq7bk9T3ciU
    Tampa de los pinchos y la pared (The Track) http://es.youtube.com/watch?v=tRX42Ob1PB8

    Capítulo 8:
    Final de Leonardo: http://es.youtube.com/watch?v=KjAeQWpf14w

    Capítulo 9:
    Final del fic: http://es.youtube.com/watch?v=ESPysN9l5TE

    Todo es música de habientación de Saw, algunos convinados...

    Pensaba conviarla con la banda de Dead Silence que me gusta mucho tambien (me gustaría descargarla, porque no la tengo), pero quizá sea para otra ocación

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  3. Ah, si, recuerda linear la parte izquierda del fic, como la última vez...
    Ahora los puntos apartes no parecen seguidos xD.

    Salu2

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  4. lo siento pero esque entre que el editor del blog no va muy bien y entre que no tengo tiempo.. no te preocupes que en na que pueda corrijo las lineas. Sawludos

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  5. Y una cosa, en donde dice "Denle con la música xD" pon al tiro el video de youtube, de la misma forma que pones todos los videos. Para que no sea tan complicado

    Salu2

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